domingo, 29 de marzo de 2015

EL SENTIDO DE LA CRUZ

San Pablo dice:
“Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo
para los judíos y locura para los paganos” (1Cor 1,23)
Estas palabras expresan la reacción espontanea que
todo hombre experimenta ante la cruz.

¿Qué es la Cruz?
Para el mundo greco-romano la crucifixión era la
forma de muerte más cruel, dolorosa e ignominiosa
pues, al sufrimiento intrínseco se unía la ignominia
de quedar expuesto ante todo el mundo. Era una
forma de muerte reservada a esclavos y pueblos
sometidos. Para el ciudadano romano se usaban otras
formas “menos crueles” tales como la decapitación.
Para una mente judía es inconcebible que el Mesías
pasase por algo así. En Deuteronomio 21, 22 se
declara maldito a aquel que cuelgue de un madero.
En analogía con lo anterior, hoy en día, la cruz hace
referencia a todo sufrimiento, a todo aquello que no
soportamos en nuestra vida y desearíamos quitarlo.
El abanico del sufrimiento es amplio, pues abarca
desde la enfermedad, defectos, precariedades,
personas que no soportamos, sufrir injusticias, etc.
Pues bien, Dios se ha servido de la cruz para llevarnos hacia él.
¡Inconcebible! Todo lo que quitaríamos de nuestra vida, eso lo usa Dios para llevarnos a la vida eterna.
Podemos pensar que Dios es un monstruo que desea hacer sufrir al hombre, pero si no hubiese existido el pecado original, (el obrar el mal) la cruz no hubiera sido necesaria.
La cruz, pues, no es imprescindible, pero en el estado actual del hombre es necesaria.

La prueba de amor
La triste situación del hombre, marcada por su imposibilidad de huir del pecado y sus secuelas, no ha hecho que Dios le abandone; al contrario, Dios en Jesucristo ha compartido el destino de lo más ignominioso de la tierra: Lo que nadie querríamos.
Ahí, Cristo ha intercedido por nosotros, el justo por los pecadores. ¡Se hizo maldito! ¡Que nos podrá apartar del amor de Dios!

La cruz solo es el medio
El paso de Jesús por la cruz no fue un mero solidarizarse con los sufrimientos del hombre. El intercedió por nosotros, experimentando la soledad y el aparente silencio de Dios al exclamar: ¡Dios mío porque me has abandonado!
Pero Dios Padre si escuchó el grito de Jesús y lo Resucito. Lo que era una maldición ha servido para que Dios hecho hombre abriese a todos los hombres la puerta del cielo. Cristo subió al cielo y desde allí intercede por nosotros y nos envía su Santo Espíritu que nos posibilita alcanzar la vida eterna.

La lección de la cruz
De lo que era una de las mayores ignominias del mundo antiguo, Cristo, ha sacado el mayor bien.
Esto nos enseña que nuestros sufrimientos de hoy no son en vano, que tienen un sentido. Que de ese mal, Dios va a sacar bienes. Ahora sufrimos y no comprendemos. En el cielo esa cruz será gloriosa.
Un rabino dijo: “Los sufrimientos son preciosos” Tienen un gran valor, aunque ahora no entendamos….

Como aprovecharnos de la cruz
Un alcohólico, por ejemplo, para poderse curar ha de empezar por reconocer que tiene un problema y que debe dejarse ayudar.
Cristo nos dice que cojamos nuestra cruz y le sigamos. ¿Qué quiere decir esto? Para poder entrar en la redención que nos da Cristo tenemos que hacer un acto de humildad análogo al del ejemplo anterior.
El pecado nos hace infelices; solo Cristo puede curarnos ¡Necesitamos creer en él! Tenemos que mirar “al que traspasaron”. Creer en Cristo implica aceptar las propias cruces sabiendo que él sacara bienes de ellas. Al aceptarlas puede que experimentemos que con Cristo al lado es más fácil llevarlas. Y que al final serán: ¡Gloriosas!