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El alma obediente como
el Sagrado Corazón
¡Se hizo obediente hasta la muerte de Cruz...!
NO solamente obedeció Jesús a Dios su Padre, a la Virgen María y a San José, sino que quiso obedecer hasta a sus mismos verdugos... y ¿quién podrá decir la humildad y el amor con que se sometía a todos? Como este Divino Corazón conocía la repugnancia de nuestra naturaleza caída había de tener en someterse y dejar la voluntad propia para hacer la de los demás, quiso darnos Él mismo ejemplo, para animarnos más y más a seguirlo.
A fin de consolar a este Padre bendito en el dolor que le causa la rebeldía de muchos de sus hijos, sométete con gusto, y si puedes, con amor a los que la Providencia haya puesto sobre tí, aunque sean enemigos... En ellos amarás al que murió de amor por ti.