domingo, 22 de noviembre de 2015

LOS ORÍGENES DEL HOMBRE - IV

                                       Hitos


Un rápido resumen

Llegamos al momento en donde vamos a recorrer el camino que, partiendo de la clase de los mamíferos, nos va a llevar al orden de los primates. De este surgirá la familia de los homínidos. Dentro de esta, aparecerá el género homo, del cual hoy solo queda un representante vivo sobre la tierra: El Homo Sapiens Sapiens. En otras palabras: Nosotros.

Si consultamos en cualquier texto que solo pretenda un nivel divulgativo básico; este basándose los restos encontrados con mayor profusión –aunque no son una gran cantidad- nos resumirá la historia del hombre empezando por el Australopitecos –cuyo nombre significa “Mono austral”.
El Australopitecos, cuyos restos están datados sobre los 4,5 millones de años, está en el límite donde nace el género Homo. El incluirlo o no en este género sigue siendo objeto de debates.
Su denominación es debida a que todos los restos se han encontrado en el sur de África. Más adelante vamos a tratar sobre el porqué de este origen. Solo hasta estadios más próximos al nuestro se dará una expansión hacia Asia y Europa, siendo el Homo Sapiens Sapiens el único que se extenderá por todo el planeta.

Tras un salto de más de 2 millones de años, nos encontramos con el Homo Erectus, caracterizado por la adquisición de la verticalidad y una mayor capacidad craneal.
El aumento de la capacidad craneal- que implica un cerebro mayor- irá en aumento hasta llegar a la que actualmente poseemos.

El Homo Sapiens Sapiens -O sea: Nosotros- apareció hace 35.000 años. En el millón y medio de años precedente, se ha ido produciendo “un proceso” en el que se han ido generando las características que hoy nos definen. Un eslabón de este periodo es el Homo Habilis, así conocido por haberse encontrado junto a sus restos los primeros rudimentos de herramientas.
Por último tenemos al Homo neardenthalensis o hombre de Neardenthal. Esta especie prospero en Europa, adaptándose al entorno. Esta especie despierta un gran interés, pues en el periodo final de su existencia convivió con nuestros ancestros.

Bien, pues esta es la historia  de muchos textos divulgativos.  Es fácil entender que se ha hecho una gran simplificación, pues se dan saltos de millones de años, de los cuales nada se sabe. La única certeza es que  según avanzamos en el tiempo, se va produciendo una mayor aproximación hacia lo que somos hoy. Dentro del género homo se habrán producido muchas vías evolutivas, por lo que no sabemos de qué línea exacta descendemos; por eso al encontrar nuevos restos debemos ser prudentes al definirlos como antepasados, cuando puede que solo sea una línea paralela (caso de los neardentales) Solo los avances en el análisis del material genético pueden ayudarnos a precisar.

 Hitos

Ante la imposibilidad de hacer una historia lineal, como ya se ha comprendido, por el montón de piezas que nos faltan del puzle, y siguiendo el criterio del historiador británico John Roberts en su obra “Historía universal” vamos a ver los hitos que nos han hecho ser como somos.
La obra de Roberts nos va ayudar a hacer el tablero sobre el cual podremos ubicar las piezas –restos conocidos o por aparecer.
 Como vamos a ver, los primeros hitos serán modificaciones de tipo genético, tales como la selección natural o la mutación. Pasado un momento frente a los cambios genéticos,  el aprendizaje, la cooperación social, y las posibilidades que daban la fabricación de herramientas y el dominio del fuego,  harán que el hombre este menos condicionado por el medio y por tanto más apto para dominarlo.

Contexto para una evolución

Hace unos 40 millones de años llego a su fin una etapa templada en la que reinaron los dinosaurios.
Los mamíferos, que habían aparecido hace unos 200 millones de años, serian los más aptos en esta nueva etapa.
Debemos recordar, de partes anteriores, que las alteraciones geográficas (climáticas, tectónicas, geológicas, etc.) contribuyen al aislamiento de grupos de una especie que pueden terminar convirtiéndose en otra. Así pues, de una especie original, una población de individuos de la misma puede quedar aislada y evolucionar de modo diferente hasta llegar a ser una especie diferenciada.


Hace 2,59 millones de años empieza la época denominada “Pleistoceno”  la cual se caracteriza por una sucesión de unos 17 periodos glaciares de una duración comprendida entre 50.000 y 100.000 años.
El hielo cubría extensas zonas del hemisferio norte hasta la latitud de Nueva York. Estos periodos van intercalados por periodos  templados.
La zona, por tanto, más apta para el desarrollo de la vida era África. Los avances y retrocesos de los hielos determinarían el clima de esta zona. El clima condiciona  aspectos tales como vegetación, extensión de los bosques, desertificación.
Este aspecto será muy importante en todos los estadios evolutivos que irán conformando lo que somos. Los mejor adaptados a los cambios del medio (periodos fríos, de aridez) serán los que prosperaran. Como ya se dijo en los primeros estadios esta mejor o peor adaptación la determina la genética y la selección natural. Pero según nos acercamos al hombre actual estos factores perderán protagonismo.

Los hitos genéticos

Hace 55 millones de años  –aun están los dinosaurios sobre la tierra- de entre los mamíferos, semejantes a los actuales roedores, una rama pasara a vivir sobre los arboles.
Este grupo será denominado “Prosimios” que serian parecidos a las actuales musarañas arborícolas.
El hecho de vivir en los arboles fue un acicate para dar un paso evolutivo, pues se perpetuaron los mejores adaptados a las incertidumbres espaciales y accidentales de este medio caracterizado por sombras, confusas pautas visuales y asideros poco fiables.
Entre las que se perpetuaron había especies provistas de largos apéndices que se transformarían en dedos, y finalmente en el pulgar oponible.
Otro rasgo fue la evolución hacia la visión tridimensional y la disminución de la importancia del sentido del olfato.
Los monos y antropoides, cuyo origen data aproximadamente de unos 35 millones de años, representan un gran avance evolutivo: Su capacidad cerebral es mayor,  tienen mayor capacidad manipulativa y han desarrollado  la visión estereoscópica.

Hace unos 25 millones de años en un periodo en que la desecación redujo la superficie boscosa, la competencia por el espacio fue en aumento. Algunos primates carentes del poder necesario para conservar su espacio boscoso, fueron capaces de adentrarse en la sabana en busca de alimento. Seguramente, los que lo consiguieron, tendrían la característica de tender a tener una postura y unos movimientos más parecidos al hombre actual que a chimpancés y gorilas.

El lograr la postura erguida y el desplazamiento sobre las extremidades hizo posible explorar la peligrosa sabana y obtener allí el alimento. También de transportarlo y consumirlo en zonas más seguras. La mayoría de los animales por el contrario los consumen en el mismo lugar donde los encuentran.
De los siguientes 20 millones de años no tenemos prácticamente nada. En ese periodo parece ser que se produjo la bifurcación de la que provienen los grandes simios y chimpancés por un lado, y por el otro el hombre.

El primer fósil de un individuo que podríamos identificar como homínido fue encontrado en Kenia. Este fósil data de entre 4,5 y 5 millones de años. No está clara su identificación con las especies de Australopitecos
En Etiopía, a su vez se encuentra el fósil más antiguo de un linaje denominado Australopitecos, que significa mono austral.
Esta denominación testimonia los debates existentes sobre el considerar a estos seres como homínidos o como antropoides. Dentro de esta denominación existen varias especies. Hasta el momento se han identificado a seis.
Por los restos, deducimos que vivían en el África oriental,  en un espacio que va desde el actual Sudan hasta Sudáfrica. Eran seres de unos 1,40 metros de estatura. Su capacidad craneal, un 35% menor a la del hombre actual, es similar a la de los grandes simios actuales. Se alimentaban de plantas y hojas.
La bipedación –desplazarse sobre las dos piernas – es característica distintiva de esta estirpe. Esto les permitía recorrer largas distancias y transportar cargas
La mayoría de los restos se encuentran en el periodo que va de los 4 a los 2 millones de años.

 Curiosamente de hace  2 millones de años datan los primeros restos identificados claramente como del género “Homo” o de un homínido. Es casi seguro que este género hunda sus raíces en alguna de las especies de Austrolopicetino. Pero, como se lleva diciendo, debemos ser prudentes con respecto a considerar los pocos restos que tenemos de Austrolopicetinos como “antepasados” cuando solo pueden que sean miembros de una rama evolutiva paralela a la nuestra, y por tanto ya extinguida.

 Homínidos

Dentro del género Homo volvemos a encontrar ejemplares que nos dan a entender que hubo varias especies.
A estos primeros miembros a veces se les ha distinguido con el nombre de “Homo habilis” debido a que junto a sus restos se han encontrado herramientas rudimentarias.
Más que una definición de especie, el nombre se refiere a la capacidad de fabricar herramientas y útiles. Se considera que esta es una característica humana, aunque haya casos de animales que se sirven de cosas.
Estos primeros restos de restos y útiles, encontrados en Etiopía, datan de hace unos 2,5 millones de años. Los útiles consisten en piedras toscamente talladas con una parte cortante.

En la garganta del río Olduvai, en Tanzania, en un yacimiento, se encontraron vestigios de lo que pudo haber sido un cortavientos de piedras, así como restos de huesos aplastados para sacar el tuétano y comerlos crudos. A estos vestigios se les atribuye unos 1,9 millones de años de antigüedad. No tenemos ninguna certeza de que así fuese, pero  este escenario apunta a la idea de hogar o refugio. –recordemos: Solo es una especulación- Al contrario que el resto de los primates, el ser humano es el único que no se alimenta en el mismo lugar donde encontró sus alimentos y solamente si tiene apetencia, si no que los transporta a un lugar seguro, donde también puede reposar.

Homo Erectus

Como ya se señalo, dentro del género Homo ha habido varias especies. La mayor profusión de restos de una en concreto nos indica su florecimiento.
Los Austrolopitecinos abarcaban, con respecto a los homínidos,  una porción menor de territorio en el que se daba un número mayor de especies conocidas. Su dieta es limitada a vegetales, lo que las hace más dependientes del medio. Las expansiones y retrocesos de la masa boscosa, dependiendo del clima, pudieron haber facilitado el aislamiento y por tanto la mayor especiación.

En los homínidos, por el contrario, aunque veces nos sorprende la aparición de algún resto aislado de difícil clasificación, existen especies que florecieron y se expandieron con éxito.

Vamos a hablar aquí de una de esas especies exitosas: El Homo erectus. Sus restos abarcan un periodo que va  desde los 1,5 millones de años hasta los 500.000 millones de años ¡Esta especie existió en un periodo mucho mayor que el que lleva la nuestra sobre la tierra!
Al describir sus rasgos, vamos a ver como se han ido consolidado, a lo largo de millones de años, las características que nos hacen ser hoy como somos. Estas características nos han hecho más independientes de la genética, la selección natural y del medio. Veamos pues:

-La principal característica es haber duplicado el tamaño del cerebro con respecto al Austrolopitecos. Esto supondría una mayor inteligencia pues el tamaño del cerebro parece ir relacionado con la capacidad intelectual.

-Un mayor cerebro supone un cráneo más grande. Esto implica la consolidación de la postura erguida que le da nombre a la especie: Homo erectus.

-El tamaño del cráneo requiere cambios en la pelvis de la hembra para permitir el nacimiento de crías con la cabeza más grande.

También implica un periodo más prolongado de crecimiento tras el nacimiento, pues la hembra no es capaz de proporcionar un espacio prenatal hasta la madurez. Esto va a suponer que los jóvenes han de ser mantenidos por el grupo.
Al contrario de otros mamíferos que teniendo grandes camadas aseguran la posibilidad de que queden supervivientes; en el hombre esto se sustituye por los cuidados.
De aquí puede provenir la diferenciación de roles: La mujer queda inmovilizada por la maternidad y el cuidado de las crías. Los machos serian impulsados a una labor cooperativa para obtener mejores resultados en la caza y recolección.
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-La pérdida del estro por los homínidos hembras: El ser humano es el único ser en el que la restricción  del atractivo y la receptividad de la hembra a periodos en que está en celo ha desaparecido. Esto va relacionado con la prolongación de la infancia, pues hubiera supuesto dejar a las crías al abandono mientras duraba el celo.
Tuvo también unas repercusiones radicales: El aumento del atractivo y la receptividad de las hembras para el macho hace que prime la elección individual. Se establece pues la base de la pareja que apunta hacia otra unidad estable: La familia, institución exclusiva del género humano.

-Está probado que el Homo erectus utilizo el fuego -aunque no sabía producirlo-. Esto supuso una ventaja frente al medio pues le permitió adentrarse en lo frío y lo oscuro. Pudo ocupar cuevas, defenderse de los animales, cocinar haciendo que sustancias antes indigeribles se volviesen comestibles. El congregarse ante el fuego en la noche puede haber ayudado a ser conscientes de ser una comunidad. También pudo implicar  la aparición de una especialización: El encargado del fuego.

-La Caza. Su origen pudo estar en el carroñeo. La carne proporcionaba proteínas concentradas y supone tener una mayor fuente de alientos. La dependencia de la caza implica seguir a los animales. Las condiciones climáticas hacen que los grupos de animales se desplacen. El hombre al seguirlos explorara  y se establecerá en nuevos entornos.

-Los conocimientos que se van adquiriendo por la experiencia se van transmitiendo (por ejemplo técnicas y estrategias de caza). Esto supone que el aprendizaje va sustituyendo a las modificaciones genéticas. El no ser el más apto genéticamente para un entorno queda compensado con los conocimientos adquiridos y transmitidos, así como por la protección del grupo. Los más ancianos (la esperanza de vida no pasaba de los 40 años) se valoran como depositarios de estos conocimientos y experiencias. La infancia pasa a ser un periodo de asimilación de estos conocimientos. Todo esto implicaría el uso del lenguaje aunque fuera a un nivel más rudimentario que el nuestro.

En fin estas características, desarrolladas a lo largo de millones de años, hicieron que esta especie saliese de su entorno africano original y se expandieran por Europa y Asia. Las capacidades descritas les aseguraron una mayor capacidad de adaptación al medio. Testimonios de  todo esto, aparte de los restos mortales encontrados, son las características “hachas de mano” -denominadas así por su forma-  que servían para descuartizar animales.

En la siguiente parte vamos a ver algunas de las líneas de evolución de este homínido, sobre todo las que se dieron en el entorno europeo. De todas ellas, tanto las conocidas como las que se ignoran, solo sobrevive una hoy: El Homo Sapiens, o sea NOSOTROS.

Continuará...