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martes, 28 de febrero de 2023

EL CREDO DE PABLO VI (5ª y última parte)


 


22. Nosotros también, reconociendo por una parte que fuera de la estructura de la Iglesia de Cristo se encuentran muchos elementos de santificación y verdad, que como dones propios de la misma Iglesia empujan a la unidad católica, y creyendo, por otra parte, en la acción del Espíritu Santo, que suscita en todos los discípulos de Cristo el deseo de esta unidad, esperamos que los cristianos que no gozan todavía de la plena comunión de la única Iglesia se unan finalmente en un solo rebaño con un solo Pastor.

23. Nosotros creemos que la Iglesia es necesaria para la salvación. Porque sólo Cristo es el Mediador y el camino de la salvación que, en su Cuerpo, que es la Iglesia, se nos hace presente. Pero el propósito divino de salvación abarca a todos los hombres: y aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, sin embargo, a Dios con corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, por cumplir con obras su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, ellos también, en un número ciertamente que sólo Dios conoce, pueden conseguir la salvación eterna.

24. Nosotros creemos que la misa que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida por el sacramento del orden, y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares. Nosotros creemos que, como el pan y el vino consagrados por el Señor en la última Cena se convirtieron en su cuerpo y su sangre, que en seguida iban a ser ofrecidos por nosotros en la cruz, así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, sentado gloriosamente en los cielos; y creemos que la presencia misteriosa del Señor bajo la apariencia de aquellas cosas, que continúan apareciendo a nuestros sentidos de la misma manera que antes, es verdadera, real y sustancial.

25. En este sacramento, Cristo no puede hacerse presente de otra manera que por la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo y la conversión de toda la sustancia del vino en su sangre, permaneciendo solamente íntegras las propiedades del pan y del vino, que percibimos con nuestros sentidos. La cual conversión misteriosa es llamada por la Santa Iglesia conveniente y propiamente transustanciación. Cualquier interpretación de teólogos que busca alguna inteligencia de este misterio, para que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que, en la misma naturaleza de las cosas, independientemente de nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de existir, de modo que, el adorable cuerpo y sangre de Cristo, después de ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino, como el mismo Señor quiso, para dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico.

26. La única e indivisible existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cielos, no se multiplica, pero por el sacramento se hace presente en los varios lugares del orbe de la tierra, donde se realiza el sacrificio eucarístico. La misma existencia, después de celebrado el sacrificio, permanece presente en el Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es como el corazón vivo de nuestros templos. Por lo cual estamos obligados, por obligación ciertamente suavísima, a honrar y adorar en la Hostia Santa que nuestros ojos ven, al mismo Verbo encarnado que ellos no pueden ver, y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber dejado los cielos.

27. Confesamos igualmente que el reino de Dios, que ha tenido en la Iglesia de Cristo sus comienzos aquí en la tierra, no es de este mundo (cf. Jn 18,36), cuya figura pasa (cf. 1Cor 7,31), y también que sus crecimientos propios no pueden juzgarse idénticos al progreso de la cultura de la humanidad o de las ciencias o de las artes técnicas, sino que consiste en que se conozcan cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, en que se ponga cada vez con mayor constancia la esperanza en los bienes eternos, en que cada vez más ardientemente se responda al amor de Dios; finalmente, en que la gracia y la santidad se difundan cada vez más abundantemente entre los hombres. Pero con el mismo amor es impulsada la Iglesia para interesarse continuamente también por el verdadero bien temporal de los hombres. Porque, mientras no cesa de amonestar a todos sus hijos que no tienen aquí en la tierra ciudad permanente (cf. Heb 13,14), los estimula también, a cada uno según su condición de vida y sus recursos, a que fomenten el desarrollo de la propia ciudad humana, promuevan la justicia, la paz y la concordia fraterna entre los hombres y presten ayuda a sus hermanos, sobre todo a los más pobres y a los más infelices. Por lo cual, la gran solicitud con que la Iglesia, Esposa de Cristo, sigue de cerca las necesidades de los hombres, es decir, sus alegrías y esperanzas, dolores y trabajos, no es otra cosa sino el deseo que la impele vehementemente a estar presente a ellos, ciertamente con la voluntad de iluminar a los hombres con la luz de Cristo, y de congregar y unir a todos en aquel que es su único Salvador. Pero jamás debe interpretarse esta solicitud como si la Iglesia se acomodase a las cosas de este mundo o se resfriase el ardor con que ella espera a su Señor y el reino eterno.

28. Creemos en la vida eterna. Creemos que las almas de todos aquellos que mueren en la gracia de Cristo —tanto las que todavía deben ser purificadas con el fuego del purgatorio como las que son recibidas por Jesús en el paraíso en seguida que se separan del cuerpo, como el Buen Ladrón— constituyen el Pueblo de Dios después de la muerte, la cual será destruida totalmente el día de la resurrección, en el que estas almas se unirán con sus cuerpos.

29. Creemos que la multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el paraíso, forma la Iglesia celeste, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna, ven a Dios, como Él es[ y participan también, ciertamente en grado y modo diverso, juntamente con los santos ángeles, en el gobierno divino de las cosas, que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente nuestra flaqueza.

30. Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones, como nos aseguró Jesús: Pedid y recibiréis (cf. Lc 10,9-10; Jn 16,24). Profesando esta fe y apoyados en esta esperanza, esperamos la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero.

Bendito sea Dios, santo, santo, santo. Amén.




sábado, 6 de abril de 2013

El Papa Pablo IV y sus compañeros solicitan nuestra caridad


Un modo de ser caritativos es rezar por los difuntos que se están purificando en el purgatorio. A estos hermanos les llamamos “Benditas Almas del Purgatorio” pues saben que tienen seguro su encuentro con Dios, pero deben prepararse para este encuentro.
Con nuestras oraciones podemos ayudarles a que este encuentro llegue antes. Este articulo quiere animar a ello.

INTRODUCCION
María Simma fue una mujer Austriaca que vivió entre 1915 y 2004 María Simma tenía un don especial que consistía en que Dios permitía que se le apareciesen las almas del purgatorio para pedirle ayuda. Desde pequeña, Dios la preparo para este carisma, no teniendo miedo de ruidos desconocidos, sombras, etc.
Según ella nos cuenta, las almas del purgatorio son benditas, pues tienen seguro el cielo. Solo están purificándose para entrar en él. Ellas no buscan hacer mal, aparte de que deben tener el consentimiento del Señor y por esto no se aparecen a cualquiera, aparte de que deben tener el consentimiento del Señor , pues no quieren provocarnos miedos. Por el contrario las manifestaciones debidas a guija, espiritismo u otras prácticas esotéricas se suelen deber al demonio, a quien con estas prácticas se le abre la puerta.
Dios le concedió a María Simma no tener miedo, permitiendo a su vez a estas benditas almas que se le presenten para pedirle ayuda en forma de oraciones, misas y otros sacrificios. En estos encuentros, ellas contaban a María cosas sobre su estado.
Su obispo Bruno Wechner y su director espiritual el Padre Alfonso Matt dieron fe de la autenticidad de su testimonio. También las numerosas personas que la visitaron, algunos para entrevistarla.
En un artículo publicado en www.religionenlibertad.com el 1 de agosto de 2012 se nos habla de una de estas entrevistas.
Es el caso del arquitecto suizo Nicholas María Eltz que plasmo los testimonios de María Simma en su libro ¡ Saquemos de aquí ! (Editorial San Benito, 5º reimpresión en Argentina en Abril de 2010. páginas 43 y siguientes). En esta entrevista entre referencias a otros personajes conocidos, María cuenta que un alma se presento como el papa Pablo.
María en un principio pensó que debía ser un engaño del demonio. El alma insistió: “No soy Pablo VI”. “Soy Pablo IV, y llevo en el purgatorio desde el siglo XVI, porque no hice todo lo que podía haber hecho”.
Estas afirmaciones me impulsaron a desear conocer la vida de este Papa, para que el conocer “que dejo de hacer” nos sirva de aviso. También para ayudarle, rezando por Él.

 BIOGRAFIA DEL PAPA PABLO IV (1476-1559)

1. Giovanni Pietro Caraffa
Giovanni Pietro Caraffa, de ilustre familia napolitana, nace en Carpiglia Irpina el 28 de junio de 1476. La buena situación de su familia favorecerá que desde joven pueda hacer carrera eclesiástica. En 1504 sucede a su tío Oliverio Caraffa como obispo de Chieti. En 1518 pasara a ser obispo de Brindisi. En esta época será el embajador de León X ante España e Inglaterra. Un aspecto de su vida que puede romper las ideas preconcebidas que nos pudiéramos haber hecho hasta ahora es su gran deseo de ascetismo, de llevar una vida austera, evangélica. Buscara para ello la admisión en los Dominicos.
En 1524 el papa Clemente VII le autoriza a renunciar a sus privilegios y a ingresar en el Oratorio del Amor Divino.
Allí conocerá a San Cayetano de Thiene con quien fundara la Orden de los Clérigos Regulares, también conocidos como Teatinos. En 1527, tras el saqueo de Roma, los Teatinos serán trasladados a Venecia. Sin embargo Clemente VII no le retendrá en Roma al hacerle miembro de una comisión de nueve miembros para la reforma de la corte papal, la cual elaborara un dictamen para la reforma de la iglesia.
En 1536 será creado cardenal y arzobispo de Nápoles.
El Papa le encargara la reorganización de la inquisición, creando el Santo Oficio y siendo el primer inquisidor general. Añadir que era una persona bien instruida pero con una mentalidad medieval. Su celo fue excesivo como veremos en su etapa como Papa.

2. El papa Pablo IV
En 1555, contra todo pronóstico, debido a su edad de 81 años es elegido Papa.
Un mes antes se había firmado la paz de Augsburgo, el 25 de septiembre de 1555, que ponía fin en Alemania a los conflictos generados por la reforma protestante. El emperador Carlos V consciente de la amenaza turca, deseaba esta pacificación. Por el mimo motivo a su vez firma con Francia la paz de Vaucelles en 1556. Pablo IV, por contra, no está por esta pacificación buscada por los monarcas españoles.
Su pontificado estará siempre caracterizado por una política antiespañola. Su origen napolitano explicaría esta actitud, pues Nápoles pertenecía en ese momento a la monarquía española. Se puede imaginar que siempre soñase con acabar con esta dependencia. A pesar de esto, es preciso decir que su confesor era español.
Debido a la insuficiencia de recursos por parte pontificia, presionara a los franceses a romper la paz firmada en 1556, creándose una coalición franco pontificia que atacara el sur.
La acción será repelida con éxito por los españoles, derrotando a esta coalición en la batalla de San Quintín.
Las tropas españolas entraron en Roma y Pablo IV se rindió. Tras esta experiencia asimilo la lección y en adelante evitara las cuestiones políticas. Francia y España volvieron a firmar la paz. Pero excomulgo a Carlos I y Felipe II.
En Inglaterra reinaba María Tudor, proclive al retorno al catolicismo. El cardenal ingles Regilnad Pole estaba interviniendo eficazmente en este sentido, pero no secundaba las inflexibles demandas de restitución de los bienes confiscados a la iglesia que exigía el papa. Pablo IV le hizo comparecer ante la inquisición, pero la reina María lo impidió. Se perdió así una oportunidad preciosa.
Como en el caso anterior, la inquisición fue el instrumento para aplicar su excesivo celo. Con la inquisición reprimió eficazmente las infiltraciones protestantes en Italia. Pero este celo fue tan excesivo que incluso el cardenal que luego le sucedió en el papado, compareció ante la inquisición.
Los judíos de Roma fueron también victimas de su celo, creándose el gueto de Roma y obligando a estos a vestir de un modo que les identificase.
Durante su pontificado el concilio de Trento quedo paralizado. No hizo nada por continuarlo, a pesar que se estaba prolongando demasiado. Sería su sucesor quien lo clausuraría.
Tras su fallecimiento, su estatua fue derribada y se incendiaron edificios relacionados con Él como el de la inquisición, donde se llego incluso a liberar a los presos.
Este papa aclamado en su entronización por el pueblo, debido al rigor de su pontificado, acabo siendo odiado por este.

CONCLUSIONES
Tras esta exposición de la vida de Pablo IV extraigo estas conclusiones: El motivo de este articulo fue intentar ver que fue aquello que dejo de hacer y pudo haber hecho. ¿Podría ser el haber ignorado el concilio de Trento?
El concilio de Trento se inicio en 1545 y seria concluido por su sucesor en 1563. En el periodo de Pablo IV ya estaría hecha la mayor parte del trabajo. De hecho Pablo IV trabajo como se dijo en la comisión para la reforma de la iglesia y organizo la inquisición. Sobre el concilio decir que en un primer momento se buscaba fuera un punto de encuentro con los reformistas, a esto presionaba el emperador Carlos V deseoso de buscar la pacificación. Al final su fruto fue la reforma interna de la iglesia. Cuesta entender esta falta de interés de Pablo IV puesto que tenía el ideal de una vida más ascética y coherente. Muestra de ello es su acercamiento al Oratorio del Divino Amor, institución muy en línea con el nuevo espíritu de renovación del concilio.
Su carácter inflexible hizo que se perdiera una preciosa ocasión de curar la herida anglicana. Por otra parte pone sus intereses nacionales por encima de la búsqueda de la paz. Por último señalar su carácter inflexible como inquisidor, que acabo poniendo al pueblo en su contra.
En definitiva nos encontramos con una persona muy contradictoria que por un lado tiene un deseo de llevar una vida de pureza evangélica, pero por otro se muestra inflexible y duro con quien cree que no la lleva. Llegando en esta actitud a llevar a la inquisición a su mismo sucesor.
Entiendo que el problema de este Papa es lo que nos dice San Pablo: “..si no tengo amor,nada....” Pablo IV podria tener un gran celo, pero le falto caridad, compasión con el pecador y búsqueda del bien y la paz.
Pero Dios ha tenido misericordia de Pablo IV, ha visto esta dificultad, que no es más diferente que la que tenemos muchos de amar y le está ayudando en el purgatorio.
Dios no rechaza a quien le busca.
Pablo IV le buscaba pues anhelaba una vida más ascética, pero no pudo encontrarla en plenitud por su incapacidad para la caridad.
Yo no me veo mejor que Pablo IV, también muchas veces me resulta difícil la caridad.
La estancia en el purgatorio es un periodo donde uno no hace nada por sus fuerzas. En cambio la caridad de los hermanos es valiosa. Ellos rezan por nosotros, su caridad es sin premio, es pura. Su salida del purgatorio no va a depender de sus actos. Solo cuando según Dios estén limpios saldrán.
Pablo IV ha sido curado en este estado, fijaos que tiene la humildad de pedir ayuda a un pobre mujer como María Simma.
Miremos pues con cariño a este papa, que aunque en vida no nos hubiera sido agradable tratar, pero es hijo de Dios.
Dios le amo y le ayudo a salir de ahí. Recemos por él, evitando hacer juicios pues seguramente no seamos mejores que Él.
Confío que con nuestras oraciones ya este en la meta feliz en el cielo. En ese caso las oraciones por su persona no caen en saco roto pues se aplican por otras almas que se hallan en la misma situación.

FUENTES
La información bibliográfica la he obtenido de Wikipedia y Aci prensa. La segunda página es una agencia católica.
He procurado contrastar las dos páginas.
Sobre María Simma me remito a religionenlibertad.com donde existen varios artículos suyos explicando el sentido del purgatorio. Debido a que se trataba de una mujer sencilla sus explicaciones son fáciles de comprender.
Si se quiere profundizar más, en el catecismo de la iglesia católica encontraremos la enseñanza de esta sobre el purgatorio.