En el año 2000, con motivo de la visita de Juan
Pablo II a Tierra Santa, se organizo por el Camino Neocatecumenal una
peregrinación en la cual participe.
En el momento de visitar el Muro de las
Lamentaciones me emocione. El motivo fue que me vino a la mente la siguiente
reflexión: -"Esto no es ajeno a mi vida. Cuando Dios inspiro su
construcción ya estaba pensando en mí. ¡Esto era por mí! Ese templo formaba
parte de una historia de salvación dirigida a toda la humanidad."
En
conclusión, me sentí muy amado por Dios, y no pare de rezar diciendo:
"Bendito seas Señor por esta historia, de la cual estas piedras son
testigo y que hiciste por amor a mí y a todos los hombres." Esta historia
que Dios hace para venir a nuestro encuentro es algo concreto. No solo esas
piedras; también en el evangelio, encontramos referencias tales como: -En el
año tal, reinando tal, siendo gobernador cual. En tal lugar... Estos datos, los
cuales a veces no creemos importantes, nos hacen ver que Dios no es algo
mítico, fuera del tiempo, si no que acontece en un momento concreto. En mi vida
y en la de tantos también ha sido así. En un momento concreto, en unas
circunstancias bien concretas tuvimos un encuentro con Dios. Este encuentro no
es para unos elegidos. ¡Es para todos! Pero como dice el evangelio de
Juan:" Vino a los suyos pero, los suyos no le recibieron." Despierta
pues, y anhela encontrar a un Dios que te ama y que no es ajeno a tus
problemas. Seguro que si le abres la puerta, Él vendrá.