viernes, 11 de noviembre de 2022

AGRADECER LAS PEQUEÑAS COSAS

 



Deuteronomio (26, 1-11)

 26 1 Cuando entres en la tierra que Yahvé tu Dios te va a dar en herencia, cuando la poseas y habites en ella, 2 tomarás las primicias de todos los frutos de la tierra que coseches en la tierra que Yahvé tu Dios te da, las pondrás en una cesta y las llevarás al lugar elegido por Yahvé tu Dios para establecer allí la morada de su nombre. 3 Te presentarás al sacerdote que esté entonces allí y le dirás: «Yo declaro hoy a Yahvé mi Dios que he entrado en la tierra que Yahvé juró a nuestros padres que nos daría.» 4 El sacerdote tomará de tu mano la cesta y la depositará ante el altar de Yahvé tu Dios. 5 Tú tomarás la palabra y dirás ante Yahvé tu Dios*: «Mi padre era un arameo errante, bajó a Egipto y residió allí siendo unos pocos hombres, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa. 6 Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre. 7 Nosotros clamamos a Yahvé, Dios de nuestros padres, y Yahvé escuchó nuestra voz. Vio nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra opresión, 8 y Yahvé nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, con gran terror, con señales y con prodigios. 9 Nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel. 10 Y ahora yo traigo las primicias de los frutos de la tierra que tú, Yahvé, me has dado.» Las depositarás ante Yahvé tu Dios y te postrarás ante Yahvé tu Dios. 11 luego celebrarás fiesta por todos los bienes que Yahvé tu Dios te haya dado a ti y a tu familia, y también lo celebrarán el levita y el forastero que vive en medio de ti. 

Notamos que el precepto que nos describe el texto precedente se refiere al pueblo de Israel ya establecido por fin a la tierra prometida, una tierra que mana leche y miel. Ha experimentado como el Señor ha hecho maravillas sacándolos de Egipto, llevándolos por el desierto, alimentándolos y guiándolos hasta llegar a la tierra prometida. Como todos los preceptos de la ley, este también tiene un propósito pedagógico. Al llevar las primicias de cada fruto se está reconociendo que todos estos bienes son dados por el Señor. Observemos que se pide que presente las ofrendas en un cesto. Imaginemos el contenido: El primer racimo de uva, el primer higo, la primera manzana, etc. Vemos que se trata en gran parte de una mercancía de poco valor. Al finalizar la ofrenda se pide alegrarse y hacer fiesta por todos los bienes que el Señor ha concedido invitando a levitas y forasteros. La pedagogía que nos trasmite esta palabra es que el Señor no solo quiere que nos alegremos de las grandes cosas como son la liberación de Egipto y la posesión de la tierra prometida; también de las pequeñas cosas como son el disfrutar de una sola pieza de fruta. En una palabra, es como si se dijera; “Presentaras al Señor tus primicias, alegrándote también en las pequeñas cosas, dándole gracias también por ellas. Ciertamente el Señor te añadirá por ello bendición. Es decir, también debemos agradecer al Señor las pequeñas cosas de la vida cotidiana