jueves, 8 de junio de 2023

La torre de Babel: Aceptar al diferente



Del libro del Genesis, capitulo 11

 

1 1 Todo el mundo tenía un mismo lenguaje e idénticas palabras. 2 Al desplazarse la humanidad desde oriente, hallaron una vega en el país de Senaar y allí se establecieron. 3 Entonces se dijeron el uno al otro: «Vamos a fabricar ladrillos y a cocerlos al fuego.» Así el ladrillo les servía de piedra y el betún de argamasa. 4 Después dijeron: «Vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en el cielo, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la faz de la tierra.»

5 Bajó Yahvé a ver la ciudad y la torre que estaban edificando los humanos, 6 y pensó Yahvé: «Todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje, y éste es el comienzo de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible. 7 Bajemos, pues, y, una vez allí, confundamos su lenguaje, de modo que no se entiendan entre sí.» 8 Y desde aquel punto los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9 Por eso se la llamó Babel, porque allí embrolló Yahvé el lenguaje de todo el mundo, y desde allí los desperdigó Yahvé por toda la faz de la tierra.

 

 La narración del episodio de la torre de Babel tiene un toque de misterio. ¿El Señor todopoderoso teme a un grupo de hombres que por muy organizados que estén son nada frente a su inmensidad? 

  

Los rabinos nos lo plantean desde este otro punto de vista: Dios, aunque parezca lo contrario, les quería hacer crecer. Es fácil tener paz o shalom con un igual a ti, con quien habla tu lengua; pero querer a quien no habla tu idioma, ¡quererle a él! es elevar el nivel 

  Jesús nos lo recuerda: «Si amáis a los que os aman, nada tenéis de extraordinario esto lo hace todo hombre; En cambio amar al diferente -incluso al enemigo- acerca a Dios que hace salir su sol sobre justos e injustos.