412 La templanza es bendecida por el Señor y refuerza nuestra inteligencia y nuestra salud corporal. Dadme un joven que sea mortificado en el comer, en el beber, en el dormir, y lo veréis virtuoso, cumplidor de sus deberes y amante de todas las virtudes.
413 Sed parcos en comer carne y en beber vino; los excesos de inmoralidad que campean en algunos países se deben al abuso de la carne y del vino. La sobriedad en la alimentación alivia los problemas espirituales.
414 Templanza y trabajo son los dos mejores custodios de la virtud.
415 No hay que obstinarse en querer trabajar; donde no se puede hacer nada, es mejor cambiar a otro lugar donde puedan emplearse nuestras fuerzas útilmente.
416 Convencéos de que el hombre ha nacido para el trabajo; y cuando se excusa de él, está fuera de su centro y corre riesgo de ofender a Dios.
417 El trabajo es la mejor arma contra los enemigos del alma.
418 Quien no se habitúa al trabajo desde la juventud, será por regla general un flojo hasta la vejez.
419 Por trabajar se entiende cumplir fielmente con las obligaciones del propio estado.
420 El trabajo y la templanza harán florecer nuestra sociedad.
421 También el trabajo ayuda a conservar la moralidad. Mientras se trabaja, se destierra al demonio. No estéis nunca desocupados; si no trabajáis vosotros, trabajará el demonio.
422 ¡Ánimo!. Todo pasa, sólo Dios queda. Ama tu trabajo y no dejes de cumplir tu deber cada día.
423 Me consta que se trabaja mucho, esto me satisface, porque donde se trabaja incesantemente, el demonio fracasa.
424 Sólo las buenas obras son las verdaderas riquezas que nos aseguran un puesto allá en el cielo.
425 El dinero no puede llenar el corazón del hombre, sino el buen uso que de él se hace, es lo que produce la verdadera satisfacción.
426 Cada día se trabaja por el paraíso, los bienes de esta vida son transitorios, los del cielo son eternos. Asegúratelos. La templanza y el trabajo son los guardianes de la virtud.