martes, 10 de mayo de 2016

La Divina Misericordia en mi alma (Extractos)

De Santa María Faustina Kowalska, Religiosa polaca. Muere en 1938 a los 33 años. Canonizada por san Juan Pablo II.
Resumen frases de su libro
Entrega Nº 7 (37 en total)
(Se harán tres entregas mensuales: los días 8, 18 y 28 de cada mes en esta capilla adoracionperpetua.bilbao@gmail.com (para más copias, pedir a esta dirección)

N. 314: En cierta ocasión, cuando por la tarde fui a la huerta, el Ángel Custodio me dijo: Ruega por los agonizantes.

N. 318: Aun cuando realizo los más importantes asuntos que requieren atención, no pierdo la presencia de Dios en el alma y quedo estrechamente unido a Él. Con Él voy al trabajo, al recreo, sufro, gozo, vivo en Él y Él en mí. No estoy nunca sola.

N. 320: Jesús me enseñó cuánto le agrada la plegaria reparadora; me dijo: La plegaria de un alma humilde y amante aplaca la ira de mi Padre y atrae un mar de bendiciones.

N. 324: Hay un solo precio con el cual se compran las almas, y éste es el sufrimiento unido a Mi sufrimiento en la cruz.

N. 325: Es posible orar interiormente sin cesar.

N. 330: (La Virgen): Yo soy no sólo la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu Madre.

N. 331: ¡Oh!, qué grande es la gracia de tener al director espiritual. Se progresa más rápidamente en las virtudes, se conoce más claramente la voluntad de Dios, se la cumple más fielmente, se avanza en un camino cierto y seguro.

N. 331: Queramos o no queramos, debemos cumplir la voluntad de Dios y me dio el ejemplo del profeta Jonás.

N. 333: En la práctica la infancia del espíritu debe manifestarse así: El niño no se ocupa del pasado ni del futuro sino que aprovecha el momento presente.
N. 337: Dios está celoso de nuestros corazones y quiere que lo amemos exclusivamente a Él.

N. 340: Veo que las cosas más pequeñas, cumplidas por un alma que ama sinceramente a Dios, tienen un valor inestimable en los ojos de sus santos.

N. 341: Quiero que la imagen se la venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella.

N. 342: El sufrimiento es el tesoro más grande que hay en la tierra, purifica al alma. El amor verdadero se mide con el termómetro del sufrimiento.

N. 350: El celo por la salvación de las almas debería arder en nuestros corazones.

N. 351: El pasado no me pertenece, el futuro no es mío, el tiempo presente trato de aprovecharlo con toda el alma.

N. 357: Cuanto más grandes son las tinieblas tanto más plena debe ser nuestra confianza en el Corazón Divino.

N. 358: No comprendo cómo es posible no tener confianza en Aquel que lo puede todo; con Él todo y sin Él nada. El Señor no permitirá ni dejará que queden confundidos aquellos que han puesto en Él toda su confianza.

N. 359: Si las almas quisieran escuchar al menos un poco la voz de la conciencia, es decir la inspiración del Espíritu Santo…. al menos un poco ya que si una vez nos dejamos influir por el Espíritu de Dios, Él mismo completará lo que nos falte.

N. 360: A Jesús le agrada participar en los más pequeños detalles de nuestra vida.

N. 365: Has de saber que cuando aniquilas en ti tu propia voluntad, entonces la Mía reina en ti.

N. 367: ¡Oh!, qué grande es la indiferencia de las almas por tantas pruebas de amor, Mi Corazón está recompensado con ingratitud, con olvido por parte de las almas que viven en el mundo. Tienen tiempo para todo pero no para venir a tomar Mis gracias.

N. 367: Hay almas que viven en el mundo, que Me quieren sinceramente, en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llenan de alegría Mi Corazón.

N. 367: Su número es muy pequeño. El amor y el sacrificio de estas almas sostienen la existencia del mundo. Lo que más dolorosamente hiere Mi Corazón son las infidelidades del alma elegida por Mí: son como espadas que traspasan Mi Corazón.

N. 369: Una hora de meditación de Mi dolorosa Pasión tiene mayor mérito que un año entero de flagelaciones a sangre.

N. 373: Siento claramente que en mi corazón está solamente Él, únicamente Jesús Mismo. Amo a todos los hombres porque veo en ellos la imagen de Dios.