SAÚL Y DAVID
Elección y Unción de David
Capítulo 16 del 1º Libro de Samuel
Samuel sigue llorando por Saúl. El Señor le pide que deje de hacerlo, pues su decisión es definitiva y vaya a la búsqueda del elegido. Samuel teme la reacción de Saúl si éste se entera del propósito del viaje; ante esto el Señor le dice que diga que va a sacrificar, cosa que no deja de ser cierta, pues también la va a realizar.
Samuel, obedeciendo al Señor, parte. Al llegar a Belén el Señor le indica que entre los hijos de Jesé está su ungido.
Samuel pide a Jesé que le muestre sus hijos pero el Señor le dice que ninguno de ellos es el elegido. Jesé dice que queda el más pequeño que se encuentra guardando el rebaño. Se trata de David. Samuel pide que le hagan venir y con el beneplácito del Señor es ungido recibiendo al mismo tiempo el Espíritu del Señor.
Saúl, a su vez, al perder el favor del Señor es influenciado por un espíritu malo que lo mantiene intranquilo. Le recomiendan precisamente a David, que con sus cánticos y salmos consigue apaciguar a Saúl.
David contra Goliat
Capítulo 17 del 1º Libro de Samuel
Los ejércitos Filisteos e Israelitas se encuentran frente a frente, cada uno en una colina, un valle les separa. Del lado Filisteo se adelanta Goliat, guerrero de considerable altura y bien acorazado. Propone que la batalla se decida mediante un combate entre él y un Israelita. Nadie de Israel se atreve a aceptar su reto.
David no se encuentra entre las tropas, si no que se dedica a traer suministros a estas. Al enterarse del reto de Goliat lo acepta estando seguro del auxilio del Señor. Le intentan poner la armadura pero desisten ya que por su pequeña estatura esta le queda grande. Empieza el combate, David saca su honda y de una sola pedrada en la frente lo derribará.
Exilio de David
Capítulos 18 al 22 del 1º Libro de Samuel
Las habladurías del pueblo: “David mató a millares y Saúl a miríadas” despiertan la envidia de Saúl.
Saúl busca matar a David, se aprovecha del deseo de David por una de sus hijas; Saúl se la promete a cambio de cien prepucios de Filisteos. Lo hace con la esperanza de que morirá en el intento, pero David regresa con éxito.
Entre Jonathan, hijo de Saúl, y David se crea una estrecha amistad. Jonathan informará siempre a Saúl de las intenciones de su padre gracias a lo cual David salvará su vida. David se ve abocado tras las advertencias de Jonathan a huir. Al no comprender el odio de Saúl, pide a Jonathan que le sondee. Jonathan solo obtiene el reproche de Saúl, quien solo ve en David, a semejanza de Herodes con respecto a Jesús, una amenaza para su reinado.
En su huida, hambrientos, pasaran junto a un sacerdote y no habiendo otra cosa comerán de los panes consagrados. Jesús se referirá a este episodio en el evangelio de Mateo (12, 1-3) resaltando la primacía de la caridad sobre las otras normas tales como el templo y lo permitido en sábado.
Al pasar junto al rey Akís, rey de Gat, es reconocido; David teme una vez más que su fama le haga que este rey también vea en él una amenaza y busque su eliminación. Para evitar esto se finge loco ante este rey que consecuentemente pierde el temor y le desprecia. En memoria de esta situación, David compondrá el salmo 34 donde dice que en todo -incluso en lo malo- debe ser bendecido el Señor, puesto que gracias a algo tan negativo como la locura sirvió a David para bien, pues salvó su vida.
A continuación lo transcribimos:
Salmo 34
De David. Cuando fingiéndose demente ante Abimélek, fue despachado por él y se marchó.
Bendeciré al Señor en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza;
Mi alma se gloría en el Señor, ¡óiganlo los humildes y se alegren!
Engrandeced conmigo al Señor, ensalcemos su nombre todos juntos.
He buscado al Señor, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores.
Los que miran hacia él, refulgirán: no habrá sonrojo en su semblante.
Cuando el pobre grita, el Señor le escucha, y le salva de todas sus angustias.
Acampa el ángel del Señor en torno a los que le temen y los libra.
Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el hombre que se cobija en él.
Temed al Señor vosotros, santos suyos, que a quienes le temen no les falta nada.
Los ricos quedan pobres y hambrientos, más los que buscan al Señor de ningún bien carecen.
Venid, hijos, oídme, el temor del Señor voy a enseñaros.
¿Quién es el hombre que apetece la vida, deseoso de días para gozar de bienes?
Guarda del mal tu lengua, tus labios de decir mentira;
apártate del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella.
Los ojos del Señor sobre los justos, y sus oídos hacia su clamor,
el rostro del Señor contra los malhechores, para raer de la tierra su memoria.
Cuando gritan aquéllos, el Señor oye, y los libra de todas sus angustias;
El Señor está cerca de los que tienen roto el corazón. él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libera el Señor;
todos sus huesos guarda, no será quebrantado ni uno solo.
La malicia matará al impío, los que odian al justo lo tendrán que pagar.
El Señor rescata el alma de sus siervos, nada habrán de pagar los que en él se cobijan.
David continúa viviendo escondido. A él se le unirán los entrampados y desesperados.
David perdona la vida a Saúl.
Capítulo 24 del 1º libro de Samuel
En estos episodios quedarán de manifiesto algunos rasgos de porque David es un hombre según el corazón del Señor. Más adelante veremos más.
En los capítulos 23 al 25 se nos cuenta como Saúl quiere atacar a David. Saúl es informado de donde se encuentra David y procede a perseguirle. Una invasión filistea le hace posponer la persecución. Tras rechazarlos vuelve a la misma. En el transcurso de la misma entra en una cueva para hacer sus necesidades. Los hombres de David le advierten y le indican a David la oportunidad que tiene de acabar con él .Le dicen que es un signo de que el Señor se lo pone en sus manos. David se desliza por la cueva pero se limita a cortarle la punta del manto. Regresa y tras prohibir a sus hombres levantar la mano contra Saúl, le grita:
"¡Oh rey mi señor! Inclinándose ante Saúl al momento. “¿Por qué escuchas a las gentes que te dicen: David busca tu ruina? Hoy mismo han visto tus ojos que el Señor te ha puesto en mis manos en la cueva, pero no he querido matarte, te he perdonado, pues me he dicho: No alzaré mi mano contra mi señor, porque es el ungido del Señor.
Mira, padre mío, mira la punta de tu manto en mi mano; si he cortado la punta de tu manto y no te he matado, reconoce y mira que no hay en mi camino maldad y crimen, ni he pecado contra ti, mientras que tú me pones insidias para quitarme la vida.
Que juzgue el Señor entre los dos y que el Señor me vengue de ti, pero mi mano no te tocará. Que el Señor juzgue y sentencie entre los dos, que él vea y defienda mi causa librándome de tu mano.”
Saúl al oír esto, rompe a llorar reconociendo la bondad de David que renuncia a tomarse la justicia por su mano dejándosela al Señor. Tras este acto de bondad, Saúl tiene por cierto que David reinará y le hace jurar a David que no exterminará a su descendencia. Tras esto cada cual regresará a su lugar, Saúl a su casa y David a su refugio. En el capítulo 27 se da otro episodio parecido en que le quitan a Saúl la lanza y el jarro. Saúl dice que ya no ira contra él.
David desconfía de Saúl y busca la protección del rey Akís de Gat. Este rey le manda hacer incursiones en el Negev con la intención de que David sea odiado y así quede siempre a su servicio. David para evitar que den testimonio de sus incursiones, no deja a nadie con vida llevándose los bienes y ganado.
Nabal y Abigail
Capítulo 25 del 1º libro de Samuel
Nabal era muy rico pero duro y de mala conducta. Abigail, su esposa, por el contrario, era prudente y hermosa. David le pide hospitalidad para sus hombres, alegando que nunca molesto ni quito nada a sus pastores, al contrario los protegió. Nabal se niega a recibirle y David decide ir a castigarle.
Un siervo advierte a Abigail, quien se adelanta con presentes a David pidiendo perdón por las acciones de su marido. David se alegra de que el Señor le haya impedido alzar una vez más la espada. En ese momento Nabal, borracho, no es consciente de nada, pero al serenarse se queda petrificado al conocer los acontecimientos. A los pocos días muere. David da gracias al Señor por haberle hecho justicia y al mismo tiempo evitar que hubiera matado a inocentes por la necedad de Nabal.
Muerte de Saúl
Capítulos 28 al 31 del 1º libro de Samuel
Una nueva invasión. Saúl está preocupado. David esta bajo la protección de unos de los reyes contrarios. Samuel ya falleció hace tiempo. Saúl decide recurrir a una ninogrante para que le evoque al espíritu de Samuel. Ya hemos visto esta tendencia de Saúl a buscar que todo, incluido lo espiritual le sea propicio a sus intereses. Samuel le reprocha el haberle perturbado y le anuncia su próxima muerte. En la batalla morirán él y sus tres hijos. David llorara la muerte de los tres, especialmente la de Jonathan.
APENDICE
Resumen de la homilía de S.S el papa Francisco sobre SAÚL en la Residencia de Santa Marta el 18 de enero de 2018
Fuente: www.religionenlibertad.com
Saúl envidiaba y temía la popularidad de David.
La primera lectura (1 Sam 18, 6-9: 19,1-7) habla de los celos que Saúl, rey de Israel, tiene hacia David. Tras las victorias contra los filisteos, las mujeres de Israel cantaban que "Saúl hirió a mil, y David a diez mil”. Ahí nació el rencor envidioso de Saúl, y las sospechas de que podría destronarlo. Saúl planea matar a David, pero su hijo consigue que lo reconsidere. Sin embargo, sus malos pensamientos vuelven una y otra vez. Los celos, dice el Papa, son "una enfermedad" que regresa y lleva a la envidia.
“Qué mala es la envidia. Es una actitud, un pecado malo. Y en el corazón, los celos o la envidia crecen como la mala hierba y no dejan crecer la hierba buena.Todo lo que le parece hacerle sombra, le duele. ¡No tiene paz! Es un corazón atormentado”.
Francisco recuerda incluso la cita bíblica: “Por la envidia del diablo entró el mal en el mundo”. El Papa apunta además que el celoso o envidioso también sufre, tiene un corazón sufriente. Pero es “un sufrimiento que desea la muerte del otro. Cuántas veces en nuestras comunidades no hay que ir lejos para ver esto, que por celos se mata con la lengua. Uno envidia tal cosa o tal otra y comienza a murmurar, y las murmuraciones matan”.
"Y yo, pensando y reflexionando sobre este pasaje de la Escritura, me invito a mí mismo y a todos a buscar en mi corazón si hay algo de celos o de envidia, que siempre llevan a la muerte y no me harán feliz, porque esta enfermedad hace que lo bueno del otro lo veas como algo contra ti”.
El Papa animó a pedir al Señor la gracia de no abrir el corazón a los celos y las envidias.
A Jesús lo mataron por envidia
Después, Francisco apunta que Pilatos, “que era muy inteligente, aunque cobarde”, se dio cuenta –lo dice Marcos en el Evangelio- de que los jefes de los escribas habían entregado a Jesús por envidia.
Por eso insistió en que cada persona pida a Dios fortaleza contra la envidia, y que apreciemos que cada persona tiene sus pecados y sus virtudes. “Mira lo bueno y no mates con la murmuración por envidia o celos”, animó el Pontífice.