jueves, 21 de abril de 2016

LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA Extractos

De Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca. Muere en 1938 a los 33 años. Canonizada por S.Juan Pablo II.

 Resumen frases de su libro Entrega Nº 5

 (37 en total) 

(Se harán tres entregas mensuales: los días 8, 18 y 28 de cada mes en esta capilla)

 (para más copias, pedir a esta dirección: adoracionperpetua.bilbao@gmail.com ) 

 N. 182: Comprendí que algunas personas tienen un don especial de atormentar a los demás. Los ejercitan a más no poder. Pobre aquella alma que cae bajo su mano. No cuenta nada, las mejores cosas son juzgadas al revés.

 N. 184: Todos los sufrimientos y dificultades los ofrecía a Jesús como una ofrenda floral para el día de nuestros desposorios perpetuos. Nada me resultaba difícil al recordar que lo hacía por mi Esposo, como una prueba de mi amor hacia Él.

 N. 186: Deseo que conozcas más profundamente el amor que arde en Mi Corazón por las almas y tú comprenderás esto cuando medites Mi Pasión. Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su salvación.

 N. 186: Cuando reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le concederé la gracia de la conversión: “¡Oh!, Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.

 N. 188: ¡Cuán terriblemente sufrió Jesús durante la flagelación!

 N. 198: Hija Mía, tu confianza y tu amor impiden Mi justicia y no puedo castigar porque me lo impides. ¡Oh!, cuanta fuerza tiene el alma llena de confianza.

 N. 202: Ahora veo cuánto poder tiene la plegaria de intercesión ante Dios.

 N. 210: Ruego ardientemente al Señor que se digne reforzar mi fe para que en mi gris vida cotidiana no me guíe según las consideraciones humanas, sino según el espíritu.

 N. 224: Sufrir sin quejarse, consolar a los demás y ahogar sus propios sentimientos en el Sacratísimo Corazón de Jesús. 

 N. 225: Antes de cada confesión recordaré la Pasión del Señor Jesús y con esto despertaré la contrición del corazón.

 N. 225: Y cuanto más miserable es mi alma, tanto mejor siento que el mar de la misericordia de Dios me absorbe y me da una enorme fuerza y fortaleza.

 N. 226: Tener a Dios como testigo de todas las obras. Comportarme ahora y resolver cada asunto mío del tal modo como quisiera solucionarlo y comportarme en el momento de la muerte. Por eso en cada asunto siempre tener presente a Dios.

 N. 227: En las pruebas trataré de ver siempre la amorosa mano de Dios.

 N. 228; Con la confianza y sencillez de un niño pequeño, me entrego a Ti, Señor Jesús, mi Maestro; Te dejo una libertad absoluta de guiar mi alma. Guíame por los caminos que Tú quieras; no voy a averiguarlos. Te seguiré confiada. Tú corazón lo puede todo.

 N. 237: La Hora Santa. En esta hora de adoración, conocí todo el abismo de mi miseria. Todo lo que hay de bueno en mí, es Tuyo, Señor, pero como soy tan miserable y pequeña, tengo el derecho de contar con Tu infinita misericordia.

 N. 239: Rogué al Señor que me concediera la gracia de no ofenderle nunca con ningún pecado, ni el más pequeño, ni tampoco con ninguna imperfección, voluntaria y conscientemente.

 N. 239: Por amor hacia Ti, ¡Oh, Jesús!, yo muero hoy completamente para mí misma y empiezo a vivir para la mayor gloria de Tu santo Nombre.

 N. 240: Te ruego por lo agonizantes, sé misericordioso con ellos. Te ruego también, ¡oh, Jesús!, por la liberación de todas las almas del purgatorio.

 N. 243: Agradeceré al Señor Jesús por cada humillación, rogaré especialmente por la persona que me ha dado la oportunidad de humillarme.

 N. 246: Los viernes, una mortificación mayor por los pecadores moribundos.

 N. 253: No juzgar nunca a nadie, para los demás tener el ojo indulgente y para mí severo. Relacionar todo a Dios y en mis propios ojos sentirme lo que soy, es decir, la más grande miseria y nulidad.

 N. 254: Me es más agradable una hora a los pies del altar, pasada en la más grande aridez del espíritu, que cien años de deleites en el mundo. Prefiero ser una muchacha de los mandados en el convento que una reina en el mundo.

 N. 263: Ahora comprendo lo que es la fidelidad a una simple gracia y cómo ella atrae una serie de otras gracias.

 N. 267: Quien quiera aprender la verdadera humildad, medite la Pasión de Jesús. Cuando medito la Pasión se me aclaran muchas cosas que no llegaba a comprender.

 N. 268: Mi semejanza a Jesús debe realizarse a través del sufrimiento y de la humildad.