sábado, 9 de abril de 2016

LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA Extractos

De Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca. Muere en 1938 a los 33 años. Canonizada por S.Juan Pablo II.

Resumen frases de su libro
Entrega Nº 4 (37 en total)

(Se harán tres entregas mensuales: los días 8, 18 y 28 de cada mes en esta capilla) adoracionperpetua.bilbao@gmail.com (para más copias, pedir a esta dirección)

N. 134: ¡Oh!, qué bueno es someterse en todo a Dios y permitir a Dios obrar en el alma con toda la plenitud.

N. 138: Son pocas las almas que siempre están atentas a la inspiración de Dios, pero aún menos numerosas son las almas que siguen fielmente la inspiración de Dios.

N. 139: Para agradar a Dios una cosa es necesaria: hacer las cosas más pequeñas con gran amor, amor y siempre amor.

N. 145: El alma disipada se expone a sí misma a la caída, y que no se sorprenda si cae. ¡Oh, Espíritu Divino!, Guía del alma, es sabio aquel a quien Tú adiestras. Pero para que el Espíritu Divino pueda obrar en el alma se necesita silencio y recogimiento.

N. 148: Un alma noble y delicada sabe encontrar a Dios incluso en las cosas más insignificantes. Para ella, todo tiene significado.

N. 148: Sigue fielmente el más pequeño soplo del Espíritu Santo.

N. 158: Has de saber que todas las bellezas son nada en comparación con lo que te he preparado en la eternidad.

N. 158: ¡Oh!, qué infinitamente bueno es Dios, nos persigue con su bondad. Con mucha frecuencia el Señor me concede las mayores gracias cuando yo no las espero en absoluto.

N. 161: ¡Oh, María!, dulce Madre mía, Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón, Sé tú la custodia de mi vida, y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate.

N. 163: Cuantas veces respira mi pecho, cuantas veces late mi corazón, cuantas veces pulsa la sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número de veces que deseo glorificar Tu misericordia, ¡oh, Santísima Trinidad!

N. 163: Ayúdame, ¡oh, Señor!, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

N. 163: Ayúdame a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

N. 163: Ayúdame, ¡oh, Señor!, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.

N. 163: Ayúdame Señor a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y penosas.

N. 163: Ayúdame a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.

N. 163: Ayúdame, ¡oh, Señor!, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo.

N. 163: Tres grados de la misericordia: 1) la obra de misericordia, del tipo que sea. 2) la palabra de misericordia, si no puedo llevar a cabo una obra de misericordia. 3) la oración si no puedo obrar ni hablar, mi oración llega hasta donde físicamente no llego.

N. 170: Pedí ardientemente a la Virgen, que me obtuviera la gracia de ser fiel a esas inspiraciones interiores y que yo cumpliera fielmente toda la voluntad de Dios.

N. 174: (Palabras de un confesor): Usted, hermana, tiene que hablar todo con el confesor. No hay otro camino para Ud. Ore, hermana, para obtener un director espiritual, porque en el caso contrario, Ud. desperdiciará estos grandes dones de Dios.

N. 177: Hija Mía, habla a los sacerdotes de esta inconcebible misericordia Mía. Me queman las llamas de la misericordia, las quiero derramar sobre las almas, y las almas no quieren creer en mi bondad.

N. 178: Hija Mía, todas tus miserias han sido quemadas en el fuego de Mi amor, como una pajita arrojada en unas llamas enormes. Y con esta humillación atraes a ti y a otras almas todo el mar de Mi misericordia.