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El alma transformada por el Sagrado Corazón
¡Esto es mi cuerpo...!
Bajo una humilde apariencia confesamos a Jesucristo. Él desea vivir en tus pensamientos, palabras y obras mucho más que en la Sagrada Forma. Para eso es necesario una gran transformación. Pregúntate a menudo cómo piensa, habla, obra, padece Jesús Sacramentado y, a su ejemplo sé humilde, silencioso, paciente y sacrificado.
¡Tienes que transformarte en el mismo Jesús, para perderte del todo en Él!
Recibe con inmenso agradecimiento la dignidad a que te eleva su divino Corazón y no hagas nada que desdiga del alma que ya no vive, porque ¡quien vive en ella es Cristo Jesús!
FIN DE LAS ENTREGAS
Dios sea Bendito.