domingo, 23 de octubre de 2016

LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA Extractos


De Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca. Muere en 1938 a los 33 años. Canonizada por San Juan Pablo II.


Resumen frases de su libro
Entrega Nº 25 (37 en total)

(Se harán tres entregas mensuales: los días 8, 18 y 28 de cada mes en esta capilla)adoracionperpetua.bilbao@gmail.com (para más copias, pedir a esta dirección)


N. 1264: Desde hoy, Tu voluntad, Señor, es mi alimento, Tienes todo mi ser, dispón de él según Tu divina complacencia. Tengo confianza absoluta en Tu voluntad que es para mí el amor y la misericordia mismos.

N. 1265: Y cuando esta voluntad de Dios me parezca pesada y difícil de cumplir, es entonces que Te ruego, Jesús, que de Tus heridas fluyan sobre mi fuerza y fortaleza y que mis labios repitan: Hágase Tu voluntad, Señor.

N. 1267: Hoy tengo el cambio de tarea, del jardín al desierto de la puerta. Fui a conversar con el Señor. He sentido que Jesús me había dado una nueva gracia para este trabajo, pero a pesar de ello me he ocultado más profundamente en su Corazón.

N. 1268: Un alma doliente, sumisa a la voluntad de Dios, atrae más bendiciones divinas al convento que todas las almas que trabajan. Pobre la casa donde no hay hermanas enfermas.

N. 1269: ¡Oh, Jesús mío!, ¿Cuándo miraremos a las almas por motivos más elevados? ¿Cuándo serán creíbles nuestros juicios? Nos ofreces la oportunidad de ejercitarnos en las obras de misericordia y nosotros nos ejercitamos en los juicios.

N. 1273: El alma que confía en Mi misericordia es la más feliz porque Yo Mismo tengo cuidado de ella.
N. 1274: Cuanto más Dios persigue al alma con su misericordia, tanto más severo se mostrará con ella.

N. 1275: Secretaria Mía, escribe que soy más generoso para los pecadores que para los justos. Por ellos he bajado a la tierra… por ellos he derramado Mi sangre; que no tengan miedo de acercarse a Mí, son los que más necesitan Mí misericordia.

N. 1276: He estado contorsionándome por estos dolores durante tres horas. Hubo momentos en los que los dolores me dejaban sin conocimiento. Jesús me hizo saber que de esta manera he tomado parte en su agonía en el Huerto.

N. 1276: Él Mismo había permitido estos sufrimientos en reparación a Dios por las almas asesinadas en el seno de las malas madres. ¡Ojala! pueda con estos sufrimientos salvar del homicidio al menos un alma.
N. 1282: A veces se da más sin dar nada que dando mucho pero con rudeza.

N. 1284: Percibo que algunas almas son como piedras, siempre frías e insensibles. Ni siquiera los milagros las conmueven, tienen la mirada dirigida a sus propios pies y así no ven nada fuera de sí mismas.

N. 1287: A pesar del silencio del alma estoy llevando a cabo una lucha continua con el enemigo del alma. Cada vez descubro sus nuevas asechanzas y la batalla arde de nuevo. Me ejercito en tiempo de paz y vigilo que el enemigo no me sorprenda.

N. 1287: Y cuando veo su gran furia entonces me quedo en la fortaleza, es decir, en el Santísimo Corazón de Jesús.

N. 1288: Hija Mía, escribe que Me duele mucho cuando las almas consagradas se acercan al sacramento del Amor solamente por costumbre como si no distinguieran este alimento.

N. 1288: No encuentro en sus corazones ni fe ni amor. A tales almas voy con gran renuncia. Sería mejor que no Me recibieran.

N. 1291: Esta noche al despertarme varias veces he agradecido a Dios brevemente, pero de todo corazón, por todas las gracias concedidas a mí y a nuestra Congregación; he reflexionado sobre su gran bondad.

N. 1293: Cada vez que vienes a Mi humillándote y pidiendo perdón, Yo derramo sobre tu alma una inmensidad de gracias y tu imperfección desaparece ante Mi y veo solamente tu amor y tu humildad. No pierdes nada, sino que ganas mucho…

N. 1294: El Señor me ha enseñado que si un alma no acepta las gracias que le han sido destinadas, en ese mismo momento las recibe otra alma.

N. 1295: Haz lo que está en tu poder y no te preocupes por lo demás; estas dificultades demuestran que esta obra es Mía. Quédate tranquila si haces todo lo que está en tu poder.

N. 1298: ¡Oh, Dios omnipotente, siempre misericordioso! Tu compasión es siempre inagotable, aunque mi miseria es grandísima como el mar. Tengo plena confianza en la misericordia del Señor.