lunes, 21 de noviembre de 2016

LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA Extractos


De Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca. Muere en 1938 a los 33 años. Canonizada por San Juan Pablo II.

Resumen frases de su libro
Entrega Nº 28 (37 en total)

(Se harán tres entregas mensuales: los días 8, 18 y 28 de cada mes en esta capilla)
adoracionperpetua.bilbao@gmail.com (para más copias, pedir a esta dirección)

N. 1386: Durante el día tuve excepcionalmente muchas ocasiones para hacer sacrificios. No omití ninguna, gracias a la fuerza de ánimo que saqué de la Santa Comunión.

N. 1392: Todo lo bueno que hay en mí es gracias a la Santa Comunión; le debo todo. Siento que este sagrado fuego me ha transformado totalmente.

N. 1394: Y cuanto más grande es el sufrimiento, tanto mejor veo que me asemejo a Jesús. Éste es el camino más seguro.

N. 1394: Aunque, a veces, tengo la cara inclinada hacia la tierra y las lágrimas corren en abundancia, sin embargo, en ese mismo momento, mi alma goza de una paz profunda y de felicidad…

N. 1396: ¡Oh!, si los pecadores conocieran Mi misericordia no perecerían un número tan grande de ellos. Diles a las almas pecadoras que no tengan miedo de acercarse a Mí; habla de Mi gran misericordia.

N. 1397: La pérdida de cada alma Me sumerge en una tristeza mortal. Tú siempre Me consuelas cuando rezas por los pecadores. Tu oración que más Me agrada es la oración por la conversión de los pecadores. Esta oración es siempre escuchada.

N. 1400: Vivo de hora en hora, no sé proceder de otro modo. El momento actual deseo aprovecharlo de la mejor manera posible, cumpliendo fielmente todo lo que Él me ofrece. Mi abandono a Dios es todo con inquebrantable confianza.

N. 1403: ¡Oh, Jesús mío!, seas bendito por todo; me alegro de que se cumpla Tu santísima voluntad. Eso me basta absolutamente para ser feliz.

N. 1404: Todo el poder de mi alma procede del Santísimo Sacramento. Todos los momentos libres los paso conversando con Él; Él es mi Maestro.

N. 1407: Soy el mismo en todas las Hostias, pero no todas las almas Me reciben con una fe tan viva como la tuya, hija Mía, y por eso no puedo obrar en sus almas igual que en la tuya.

N. 1409: Todo depende de Su voluntad y permite algunas dificultades únicamente para nuestros méritos, para que se manifieste claramente nuestra fidelidad.

N. 1411: ¡Oh, Espíritu de Dios!, huésped amabilísimo de mi alma, por mi parte deseo serte fiel a Ti, tanto en los días de alegría como en los tormentos; deseo siempre vivir en Tu presencia, ¡Oh, Espíritu de Dios!

N. 1413: Para prepararme a celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de María me he propuesto saludarla mil veces al día, rezando cada día en su honor mil Avemarías durante nueve días. Ya es la tercera vez que hago esta novena.

N. 1413: En esos días no he pronunciado una sola palabra que no fuera absolutamente necesaria, pero tengo que reconocer que esto requiere mucha atención y esfuerzo.

N. 1420: Ves que aparentemente en la custodia no hay en Mí ninguna traza de vida, no obstante, en realidad ella existe en toda su plenitud y además encerrada en cada Hostia. Pero para que Yo pueda obrar en un alma, debe tener fe viva.

N. 1426: Deseo la salvación de las almas; deseo que las almas conozcan Tu misericordia.

N. 1434: Hoy, el Señor me ha hecho conocer su ira contra la humanidad que por sus pecados merece que sus días sean acortados, pero también aprendí que la existencia del mundo la sostienen las almas elegidas, es decir, las órdenes religiosas.

N. 1434: Hay del mundo si faltan las órdenes religiosas.

N. 1435: Cumplo cada acción de cara a la muerte. La realizo ahora tal y como deseo verla en mi última hora.

N. 1435: Es que para la salvación aunque sea de una sola alma, merece la pena sacrificarse durante toda la vida y soportar los más grandes sacrificios y tormentos viendo lo grande que es la gloria que Dios recibe por ello.

N. 1436: Señor, aunque me das a conocer a menudo los truenos de Tu indignación, sin embargo Tu ira desaparece frente a un alma que se humilla. Aunque eres grande, Señor, no obstante Te dejas vencer por un alma sumisa y profundamente humilde.