martes, 12 de julio de 2022

Máximas de San Juan Bosco nº 19

 



236 Trabajemos como si nunca tuviéramos que morir, y vivamos como si tuviésemos que desaparecer a cada instante.

 

237 Nunca he oído que alguno haya estado contento a la hora de la muerte, del mal que hubiera cometido.

 

238 A la hora de la muerte te arrepentirás de haber perdido tanto tiempo, sin ningún provecho para tu alma.

  

239 Estad preparados y no confiéis en vuestra salud.

 

240 Los asuntos del alma se arreglan con tiempo. ¿Quién sabe si te llegue a faltar?.

 

241 Como es la vida, tal es la muerte.

 

242 En el momento de la muerte se debe haber obrado y no pretender obrar entonces.

 

243 En el momento de la muerte recogeremos cuanto hayamos sembrado durante la vida.

 

244 El que quiera pasar bien su último instante en este mundo, viva cristianamente bien.

 

245 Hay que hacer todas las cosas de tal manera que en cualquier momento que nos llegue la muerte nos encuentre preparados.

 

246 Quien bien obra en la vida, se encontrará tranquilo a la hora de la muerte. Como es la vida, así es la muerte.

 

247 Los que piensan poco en la muerte, cuando se acerca, tiemblan y sienten miedo.

 

248 A la hora de la muerte las cosas se juzgan de muy diverso punto de vista.

 

249 En presencia de la muerte cesan las risas.

250 En el momento de la muerte, lo que más consuela es el bien que hubiéramos hecho y las demás cosas sólo nos causarán angustias.

 

 

251 La muerte viene como ladrón. Inesperadamente. Luego, ¿estás preparado para la gran sorpresa?.

 

252 Las mejores decisiones se toman poniéndose en el momento de la muerte.

 

253 La muerte para los buenos cristianos no es separación, sino ausencia temporal, para volverse a encontrar luego; así que, paciencia, si alguien nos precede.

 

254 No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, porque quien sabe si mañana ya no tengas tiempo.

 

255 El ejercicio de la buena muerte consiste principalmente en hacer la confesión y comunión como si fueses la última de nuestra vida

 

256 El ejercicio de la buena muerte y la frecuente comunión, son la clave de todo.

 

257 Bienaventurado quien a la hora de la muerte tiene el consuelo de haber hecho buenas obras en la vida.

258 Hay dos posibilidades para el hombre después de su muerte: el infierno, donde se sufren toda clase de males, y el Paraíso, donde se gozan todos los bienes.

 

259 Ruega al ángel de la guarda, que te venga a consolar y a asistir en la hora de tu muerte.