No es la multitud de pecados lo que condena al
alma, porque Él los perdona si ella se arrepiente, sino la obstinación en no
querer su perdón.
Dimas en la cruz concibe un solo acto de confianza
en Jesús. Aunque muchos son sus pecados, en un instante es perdonado. El mismo
día del arrepentimiento, entra en
posesión de su reino y es un santo.
¡Mira el triunfo de la Misericordia del Señor y de
la confianza depositada en Él!
¡Cree siempre en cualquier situación que tu alma
pueda encontrarse, que hay un paraíso abierto para ti!
Jamás, jamás, tengas la menor sombra de
desconfianza.
La desconfianza hiere a Jesús en lo más profundo.
Tomado de
la revista "La Divina Misericordia" editada por el Apostolado de la Divina
Misericordia apdo.22163 08080 Barcelona