jueves, 28 de julio de 2016

LA DIVINA MISERICORDIA EN MI ALMA Extractos


De Santa María Faustina Kowalska, religiosa polaca. Muere en 1938 a los 33 años. Canonizada por S.Juan Pablo II.

Resumen frases de su libro
Entrega Nº 15 (37 en total)

(Se harán tres entregas mensuales: los días 8, 18 y 28 de cada mes en esta capilla)
adoracionperpetua.bilbao@gmail.com (para más copias, pedir a esta dirección)


N. 761: No existe ninguna fuerza que pueda detenerme en mi carrera hacia Dios. Veo que no siempre, ni siquiera las Superioras entienden el camino por el cual Dios me lleva, y eso no me extraña.

N. 773: Avanzar sola, tiene que seguir el consejo de un confesor iluminado, porque, de lo contrario, puede desviarse o no obtiene ningún beneficio.

N. 724: Comprendo bien, ¡Oh, Jesús mío!, que como una enfermedad se mide con el termómetro y la fiebre alta nos indica la gravedad de la enfermedad, así en la vida espiritual el sufrimiento es el termómetro que mide el amor de Dios en el alma.

N. 775: Mi fin es Dios… Mi felicidad es el cumplimiento de la voluntad de Dios y nada en el mundo podrá turbarme esta felicidad, ninguna potencia, ninguna fuerza.

N. 777: Hoy, en espíritu, he estado en el cielo y he visto estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos esperan después de la muerte; he visto lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama sobre todas las criaturas, haciéndolas felices.

N. 777: Ahora comprendo a San Pablo que dijo: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni entró al corazón del hombre, lo que Dios preparó para los que le aman.

N. 778: ¡Oh!, qué inefables favores Dios concede al alma que lo ama sinceramente. ¡Oh!, felices las almas que ya aquí en la tierra gozan de sus particulares favores, y éstas son las almas pequeñas y humildes.

N. 779: Y me alegro de ser tan pequeña, porque por ser yo tan pequeña, me lleva en sus brazos y me tiene junto a su Corazón.

N. 781: El amor no conoce temor.

N. 782: ¡Oh, Jesús mío! Te quiero y deseo glorificarte con mi debilidad, sometiéndome totalmente a Tu santa voluntad.

N. 784: Agradezco al Señor por esta enfermedad y las dolencias físicas, porque tengo tiempo para hablar con Jesús.

N. 786: (Voz de la Virgen): No hagas nada en tu defensa, soporta todo con humildad, Dios mismo te defenderá.

N. 787: Pues, Señor, heme aquí para cumplir Tu voluntad, mándame según Tus eternos designios y predilecciones, dame solamente la gracia de serte siempre fiel.

N. 789: Dar siempre la prioridad a los demás en todas las circunstancias.

N. 792: En el sufrimiento buscar alivio en la oración, en las dudas más pequeñas buscar solamente el consejo del confesor. Ninguna cosa puede compararse con la paz del corazón. Yo debo aceptar todo con una actitud interior de humildad.

N. 793: Cuanto mayor es nuestra miseria, tanto más grande es el derecho que tenemos a Tu misericordia.

N. 795: Trato de cumplir en todo la voluntad de Dios, no deseo sanarme más que morir. Procuro solamente que mi amor hacia Él sea cada vez más profundo y más puro.

N. 800: Cuando no se sabe qué es mejor, hay que reflexionar y examinar y pedir consejo porque no se puede actuar en la duda de la conciencia.

N. 800: En la incertidumbre, decirse a sí mismo: cualquier cosa que haga estará bien hecha, tengo la intención de hacerla bien. Dios acepta lo que nosotros consideramos bueno, y Dios lo acepta y considera bueno. Dios mira la intención.

N. 804: Me pongo triste, ¡oh, Jesús!, al ver esta inmensa indiferencia e ingratitud de las criaturas. ¡Oh, Jesús mío!, deseo amarte por ellos y compensarte con mi amor.

N. 811: Defenderé con Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen juntos al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón.

N. 812: Hoy he librado una lucha por un alma con los espíritus de las tinieblas. Qué odio tremendo tiene Satanás por la Divina misericordia; veo cómo se opone a toda esta obra.

N. 813: ¡Oh, Jesús misericordioso, tendido sobre la cruz, ten presente la hora de nuestra muerte! ¡Oh, Corazón misericordiosísimo de Jesús, abierto con una lanza, protégeme a la hora de mi muerte!

N. 814: Me sería difícil vivir un día sin recibir la Santa Comunión. Él es mi escudo; sin Ti, Jesús, no sé vivir.