domingo, 15 de octubre de 2017

LA VIDA CRISTIANA EN TIEMPOS DE LAS CATACUMBAS V



NOTA La exposición está basada en textos y apuntes que me compartió un estudiante de teología.


MORAL Y PENITENCIA

La conversión además de aceptar unas verdades y creer en ellas implica un cambio de vida, buscando asemejarse a Cristo.
Los Santos Padres desarrollaran esta idea básica, tendiendo en unos casos a una moral sencilla (cumplir los mandamientos) o verlo como un combate ascético para conseguir asemejarse a Cristo.
El Cristianismo dará una nueva orientación a diferentes cuestiones sociales:

-MATRIMONIO: Es figura del amor de Cristo a su iglesia, por tanto este debe ser perpetuo –al principio no se aceptaban las segundas nupcias tras enviudar, pues se creía que este se prolongaba en la vida eterna- y fiel. En consecuencia, el divorcio es intolerable y la castidad solo se permite a los consagrados a Dios. Todo esto frente al mundo romano que solo ve en el matrimonio el medio para tener hijos, siendo el amor entre cónyuges algo secundario.

-BIENES: Los bienes se ven como un don de Dios, pero se rechaza la excesiva afección a los mismos. El rico administra sus bienes, pero teniendo en cuenta que estos son perecederos y teniendo en cuenta el superior interés de la comunidad, dándose la solidaridad, pues el compartir los bienes redunda en beneficio de todos. El otro es Cristo, y haciéndole bien con los bienes, es a Cristo a quien se lo hace. La praxis más extendida fue la práctica del Diezmo, cada cual aportaba parte de sus ganancias. Con ella la iglesia ayudaba a los mas necesitados.

-LA DEBILIDAD HUMANA: En un primer momento se ve en el bautismo el perdón total. Para las faltas leves se hacen ayunos. Frente a los pecados graves (idolatría, adulterio y homicidio) aparecen dos tendencias. La primera dice que este tipos de pecados no tiene perdón. La segunda, que al final se impuso, admitió que podían ser perdonados tras un periodo de penitencia. Tras pecar, eran excluidos de la comunidad, teniendo que hacer ejercicios de penitencia y actos humillantes. Cuando acababa, se le admitía en la comunidad de modo solemne, imponiéndoles las manos. Expiación pública y perdón solemne tenían como consecuencia una renovación moral.